GARCÍA DE LA MATA

GARCÍA DE LA MATA

miércoles, 21 de abril de 2010

Esquela (1906) de Dn. Manuel García de la Mata


Esquela de Don Manuel García de la Mata.

Esquela fechada el 8 de Abril de 1906 en la Ciudad de México. Esquela donde se hace la participación del funesto evento.

Esquela (1899) de Dn. Manuel García de la Mata


Esquela de Don Manuel García de la Mata

Esquela fechada el 27 de Febrero de 1899 en la Ciudad de México en donde se hace la participación del fallecimiento .

lunes, 12 de abril de 2010

Don Juan García de la Mata Vidal




Fotografía con Dedicatoria:


"A mi querido padre y hermanos...

Juan G Mata"


Fotografía tomada en Cádiz el 12 de Julio de 1892.


Don Juan García de la Mata Vidal, hijo (de la rama española) de Don Manuel García de la Mata.

Doña Cármen García de la Mata Vidal




Fotografía con Dedicatoria:


"A mi hermano Juan de su hermana...
Cármen"

Doña Cármen García de la Mata. Hija de Don Manuel García de la Mata y María del Carmen Vidal (rama mexicana), dedica esta fotografía a su hermano Don Juan García de la Mata Vidal.

Matrimonio Fernández - García de la Mata



Fotografía de Don Ricardo Fernández y Doña Cármen García de la Mata Vidal.

De este matrimonio nacieron:

-José Ricardo Fernández García de la Mata
-Luis Fernández García de la Mata
-Margarita Fernández García de la Mata
-Adela Fernández García de la Mata
-Manuel Fernández García de la Mata
-Rosario Fernández García de la Mata
-José Fernández García de la Mata
-Juan Fernández García de la Mata
-Ricardo (II) Fernández García de la Mata
-Cármen Fernández García de la Mata
-Cármen (II) Fernández García de la Mata

Árbol Genealógico



http://spreadsheets.google.com/ccc?key=0Agl0X6lx3SnidFV0cFc3alJyZEFZOUt6ckZyQmNqaWc&hl=es

Gracias a los aportes de José Morcillo y Francisco Zamora se ha podido crear el Árbol Genealógico de nuestra familia. Anexo encontrarán la liga al sitio donde se encuentra el archivo para que de favor lo revisen y puedan ir completándolo o si observan algún cambio que deba realizarse, nos lo notifiquen a la brevedad.

En amarillo se encuentran las familias que aún nos faltan.

Saludos.


miércoles, 7 de abril de 2010

Nombramiento Caballero de Primera Clase a D. Manuel García de la Mata

DON ALFONSO XII,
Rey Constitucional de España.


Por cuanto en observancia de lo establecido en el Real decreto de tres de Agosto de mil ochocientos sesenta y cuatro, instituyendo la Órden de Mérito militar, y atendiendo al contraido por


Don Manuel García de la Mata, Capitán del Vapor "Ciudad Condal" de la Compañía de Vapor Trasatlánticos, con motivo de la conducción de tropas en la última expedición a la Isla de Cuba y en recompensa de los extraordinarios servicios que con dicho motivo ha prestado.


He tenido a bien concederle la Cruz de primera clase de la Orden de Mértio militar, con el uso del distintivo señalado en el art. 3° del mencionado Real decreto, para la recompensa de Servicios Especiales. Por tanto, mando a los Capitanes generales, Gobernadores de Plazas y demás Jefes, Oficiales y soldados de los Ejércitos y Armada Nacionales, a los Tribunales, Jueces, Autoridades, Intendentes, y Comisarios de Guerra, y a cualesquiera otras personas de todas clases, fueros y condiciones, que le hayan y tengan por tal Caballero de primera clase de dicha Órden de Mérito militar, guardándole todas las distinciones que le deben ser guardadas, y asimismo mando que el Capitán general, Gobernador o Jefe a quien corresponda en donde se halle sirviendo, le ponga en posesión de la expresada Cruz del Mérito militar. Y para que se cumpla y ejecute todo lo referido, mando expedir la presente Cédula, firmada y sellada con el sello correspondiente, y refrendada del Ministro de la Guerra.


Dada en Palacio a Diez y Seis de Febrero de mil ochocientos Setenta y Siete (16/Febrero/1877)
Yo el Rey


SELLO
FIRMA

V.M. nombra caballero de primera clase de la Órden del Mérito miltar a Don Manuel García de la Mata.

Orden del Mérito Militar

CRUZ de la ORDEN del MÉRITO MILITAR


Cruz de la Orden del Mérito Militar
(objeto coleccionable, Google)


Medalla Española con objeto de recompensar a los miembros del Ejército, La Guardia Civil y otras Personas Civiles la realización de acciones y hechos o la prestación de servicios de destacado mérito.


La Cruz de la Orden del Mérito Militar es un reconocimiento que se brinda y generalmente va a compañado de un distintivo así como un documento firmado por el Rey y/0 el Ministro de la Guerra.


Descripción:

Las Cruces del Mérito Militar, que serán de brazos iguales, llevarán en el centro un escudo circular cuartelado y fileteado en oro: primero, de Castilla; segundo, de León; tercero, de Aragón; y cuarto, de Navarra; entado en punta Granada y escusón en su centro de Borbón - Anjou.





En su reverso, el escudo llevará inscritas las letras, en oro, MM, sobre esmalte de color rojo.


Distintivo. Se concederán a aquellas personas que, con valor, hayan realizado acciones, hechos o servicios eficaces en el trasncurso de un conflicto armado o de operaciones militares que impliquen o puedan implicar el uso de fuerza armada, y que conllevan unas dotes militares o de mando significativas.

Aporte de Jaime Zamora
Reglamento General de Recompensas Militares, por el que se rige la Orden del Mérito Militar, aprobado por el Real Decreto 1040/2003 de 3 de Agosto 1864 (BOD. Núm. 177) España.

D. Manuel García de la Mata, Capitán del Vapor "Ciudad Condal"

Capitán y tripulación del vapor Ciudad Condal


Don Manuel García de la Mata, era capitán del vapor “Ciudad Condal”, de la compañía de vapores trasatlánticos ( si quieres saber mas de esta compañía y sobretodo de este histórico vapor y ver óleos de dicho vapor, puedes en Google buscar “vapor ciudad condal” o visitar la página www.vidamaritima.com/2008/12/los-vapores-habana-y-ciudad-condal.html) fue condecorado con la “Cruz de primera clase del mérito militar” lo cual le concedía también el título de “Caballero de primera clase de la Orden del Mérito Militar”

Esta distinción se le concedió el 16 de Febrero de 1877 .... “ con motivo de la conducción de tropas en la última expedición a la isla de Cuba y en recompensa de los extraordinarios servicios que con dicho motivo ha prestado”



Vapor Ciudad Condal, Oleo.



Vapor Ciudad Condal, Oleo.

Don Manuel García de la Mata




Fotografía de Don Manuel García de la Mata.

Fotografía tomada en la ciudad de Madrid (según cubierta de la misma) a cargo del fotógrafo de Su Majestad el Rey Alfonso XII (SS. MM. AA. RR)


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Don Manuel García de la Mata





Fotografía de Don Manuel García de la Mata.

Fotografía con Dedicatoria:

"Cariñoso recuerdo, que a sus queridos hijos Pepe y Enriqueta les hace su padre ... Manuel" México Noviembre 22, 1894

martes, 6 de abril de 2010

Relato de la Familia, Parte 1.

Aporte de Francisco Zamora

A finales del siglo XIX, Don Manuel García de la Mata, Capitán del vapor Ciudad Condal, de la Flota Mercante Española durante el reinado de Alfonso XII, entre sus rutas tenía como destino México, debiendo efectuar paradas obligadas en la isla de Cuba, tal como consta en el documento de la cédula real, fechada el 16 de febrero de 1877.

Antes de empezar el relato, en el que no me considero ni el más informado, ni conocedor del tema, quiero advertir que a lo largo de mi vida y haciendo memoria de lo que nos platicaba mi abuela Rosario Fernández García de la Mata a mí hermano Rubén y a mí, he querido hacer un relato de lo platicado y escuchado, que probablemente ya no será tan exacto, o que yo lo haya novelado como un cuento familiar.

Bueno, como todo, empezaremos por comentar que Don Manuel García de la Mata tenía su residencia en Madrid, casado con doña Carmen Vidal, y de este matrimonio hubieron varios hijos: Carmen, Enriqueta, Juan, y sí hubo más hijos, realmente no lo se.

Don Manuel, al tener frecuentes viajes a México como Capitán de la Flota Mercante, me imagino que llegaba a Veracruz y se trasladaba a la ciudad de México, donde decidió fijar su residencia, (Por comentarios y relatos familiares creo que su casa se encontraba en las calles de Venero, en el centro de la ciudad de México) para estar más cómodo, en espera de condiciones climatológicas adecuadas ó que transcurriera el tiempo antes de reiniciar sus viajes.

De esta manera transcurre la vida de Don Manuel, entre España y México, y un día toma la decisión de trasladarse a vivir de manera definitiva a la ciudad de México, imagínome que fue a finales del 1800, muy posiblemente cuando el ya se encontraba fuera del servicio de la flota mercante española, o muy próximo a retirarse. Esas fechas las saco por exclusión, ya que mi abuela Rosario nace en la ciudad de México en 1909, y ella era la sexta hija de los que estaban vivos.

Durante las estadías de don Manuel en México, o ya residiendo definitivamente aquí, tiene una relación con una joven mexicana, -Jacoba-, oriunda del estado de Guanajuato, y al correr del tiempo deciden formar una familia, y procrean una hija a quien ponen por nombre Guadalupe García de la Mata, la “tía Pita”.

Cuando finalmente, Don Manuel decide establecerse de manera definitiva, y hasta sus últimos días en la ciudad de México, hace venir o trae a dos de sus hijas: Carmen, y Enriqueta, y gran parte de sus bienes, tales como: cristalería, cuchillería, artículos ornamentales, etc., dejando atrás, en España, a sus otros hijos, su esposa y lo que tuviese de bienes.

Una vez radicado en México, don Manuel establece un negocio de transportación marítima ribereña, para introducir productos agrícolas de Chalco, en el Estado de México, hacia el mercado de Jamaica y la Merced, utilizando los canales de Chalco, La Viga, Xochimilco y Tláhuac, que existían en aquellos tiempos.

Sin estar yo completamente seguro, sus hijas doña Carmen y doña Enriqueta, contraen nupcias con caballeros residentes en México.

Doña Carmen García de la Mata conoce a don Ricardo Fernández, español radicado en la ciudad de México, y que recuerdo que decían que era un hombre muy trabajador y que tenía bodegas en el centro, probablemente en la zona de La Merced, y que importaba de España aceite de olivo, aceitunas, vino, dulces (especialmente colación en Navidad), así como turrones y otros productos que la comunidad hispana demandaba del Viejo Mundo, y granos que compraba en el centro del país, y tal parece ser que también poseía una confitería.

De este matrimonio nacieron cuando menos 11 hijos, sí hubo más, realmente no lo se, y hasta donde mi memoria alcanza, Don Ricardo Fernández y Doña Carmen García de la Mata procrearon a: Margarita, Adela, Ricardo, Rosario, Luis, Manuel, José, Juan y Carmen, nombres que en dos ocasiones se repitieron, en memoria de los hijos que no habían sobrevivido la niñez, como es el caso de la tía Carmen, y el tío Ricardo.

Por otra parte, su hija doña Enriqueta conoce a un residente de la ciudad de San Luis Potosí, un señor de nombre José Cándano, (quien no estoy seguro que haya sido español), con quien contrae matrimonio y de quienes solo recuerdo a dos tías: María Luisa Cándano García de la Mata (la tía Güicha), y Luz María Cándano García de la Mata (la tía Lucha). De mí tía María Luisa Cándano me acuerdo que contrajo nupcias con el doctor Manuel Mateos Fournier, y fueron sus hijos el doctor Manuel Mateos Cándano, María Luisa Mateos Cándano y Patricio (¿?) Mateos Cándano. Mí tía Luz María nunca se casó, ni tuvo hijos.

Una vez que sabemos que fue de las hijas de Don Manuel García de la Mata, nos preguntamos que sucedió con Jacoba y su hija Guadalupe. El panorama es como sigue:

Don Manuel García de la Mata tuvo una esposa española, a quien dejó en España con algunos hijos, y tiempo después formó una familia mexicana, con Jacoba, y con quien procreo una hija, Guadalupe, la “tía Pita”. En pocas palabras, las hijas de Don Manuel venidas a México, y los hijos que se quedaron a vivir en España tenían una media hermana, Guadalupe García de la Mata.

Esto último hay que tenerlo muy presente, y muy claro, ya que tanto Jacoba, como Guadalupe representan un papel muy importante en el devenir de la familia Fernández García de la Mata en México.

Todo en la familia García de la Mata y Fernández García de la Mata transcurre sin menor contratiempo, hasta donde yo recuerdo, ya que mi abuela nunca mencionó que hubiese algún conflicto en aceptar por parte de sus padres a Jacoba, y al hecho de que ésta última representara el papel de “dama de compañía” de su padre, o al hecho de aceptar a Guadalupe como su media hermana.

En lo personal, a mi me llama mucho la atención lo evolucionados que eran para aceptar esa situación poco común en las familias de finales del 1800 o principios del 1900, lo bien aceptada que era la tía Guadalupe (tía Pita), ya que se le daba el mismo trato que a los hijos de España, al grado de que su preparación escolar se llevó a cabo en el Colegio Francés, (donde también asistieron los hijos de don Ricardo Fernández y doña Carmen García de la Mata exclusiva institución donde solo asistía lo más granado de la alta sociedad mexicana) donde recibió una esmerada educación, que incluía el dominio de la lengua francesa. Más adelante les contaré una anécdota sobre la práctica de hablar francés fluidamente.

Relato de la Familia, Parte 2.

Aporte de Francisco Zamora

Como ya se comentó anteriormente, tanto Don Manuel García de la Mata, como Don Ricardo Fernández eran unos prósperos empresarios y comerciantes, tanto es así, que Doña Carmen no hacía otra cosa que procrear hijos, y para ella, versión de mi abuela Rosario, había un regimiento de sirvientes, compuesto por cocineras, recamareras, nanas y nodrizas, que solo se dedicaban a atender a todos sus hijos, esposo y padre.

Según comentaba mi abuela, había dos comedores, uno para los niños y otro para los padres, con el solo objeto de que durante la hora de los alimentos los adultos no se vieran interrumpidos por los hijos en su plática. Según parece, era costumbre que a media tarde Doña Carmen disfrutara, en sus habitaciones, de una taza de chocolate espeso y bien batido, acompañado de confituras, y durante ese tiempo se le daba el reporte de cómo había sido el día de los niños y de como se habían comportado, tanto en la casa como en la escuela, así como de la situación general de la casa.

Esto era como el aviso de que en breve llegaría la hora de la merienda de los menores, para que posteriormente se fueran a dormir, bajo la tutela de sus nanas.
Entre los recuerdos de mi abuela contaba de cómo jugaba con sus hermanos en los amplios patios de la casa. Se acordaba que a sus hermanos, aún siendo hombres las nanas les hacían bucles en el cabello, hasta que un día, Don Ricardo se dio cuenta de que ellos estaban empiojados, y, adiós bucles y cabello. Y que a las niñas les tuvieron que envolver el cabello untado de petróleo, o algo parecido, para desempiojarlas.

También decía que cada fin de semana los sacaban a dar la vuelta, a la Alameda, en el carro más lujoso, tirado por caballos distintos a los animales que se usaban para las actividades del día a día.

También hay anécdotas, no muy claras para mí, de cómo ellos iban a las bodegas de su padre, de vez en cuando, y como jugaban, entre los costales de granos, y con los dulces de colación que estaban en grandes cajones de madera, me imagino que esto acontecía en tiempos de Navidad.

Por todo lo que platicaban, ellos pertenecían a una familia pudiente y próspera, que debieron tener una buena fortuna, ya que Don Manuel García de la Mata, entre otras cosas tenía un juego de cuchillería de plata, con su anagrama en relieve, lo que indica que él debió mandarla a hacer exprofeso, y con algunas excentricidades, tales como que incluía cuchillos derechos e izquierdos, lo que hace pensar que tendría hijos o amigos zurdos.

Los amigos de Don Manuel, en México, lo consideraban como un “libre pensador”, como consta en una dedicatoria del libro “En mis Ratos de Soledad” escrito por don Manuel Márquez de León, editado en México en 1885, mismo que yo conservo como herencia de mí abuela.

Mí abuela también platicaba que sus padres tenían una activa vida social en la ciudad de México, atendiendo de manera más o menos frecuentes a tertulias y fiestas que se daban, básicamente, entre los miembros de la sociedad española radicada en México, y que a veces, ella recordaba que también en su casa se llegaban a realizar este tipo de reuniones.

Quiero imaginarme que la vida de Don Manuel y Don Ricardo transcurrió de una manera cómoda, hasta que empezaron los problemas sociales pre-revolucionarios, en donde ellos vieron mermado una parte (o gran parte) del patrimonio que habían logrado hacer. Don Manuel, no se sabe bien a bien si fallece en 1899 o en 1906 ya que hay 2 esquelas con el mismo nombre, y sin que yo sepa que pasó con el negocio que tenía de la naviera ribereña. Don Ricardo continúa con sus negocios.

Según recuerdo que me contaba mi abuela, durante ese tiempo de conflicto social, su padre escondía el grano en diferentes lugares, inclusive en su casa, ya que temía que le fuera expropiado por los revolucionarios que había en turno en la ciudad de México, lo que hacía que fuera muy difícil de vender, ya que cada facción revolucionaria imprimía sus propios billetes, y cuando un bando abandonaban la ciudad de México, esos billetes ya no tenía valor alguno.

También me contó, que una ocasión Don Ricardo se fue a conseguir grano al centro del país, para tener mercancía que vender, y durante el trayecto de regreso se vino acostado y armado sobre los furgones, junto con sus gentes, para cuidar de sus inversiones, pero por venir cuidando el grano y expuesto al frío y a la lluvia, él contrajo neumonía, lo que hace que él finalmente fallezca.

Doña Carmen, repentinamente se quedó viuda y embarazada de la que fuera su última hija (Carmen, la “tía Mela”), y con muchos hijos que cuidar. Acostumbrada a una vida fácil, llena de comodidades y sin preocupaciones, y con un alto gasto que significaba la manutención de la casa y la familia. Ella, al no conocer el negocio de su esposo, ni como funcionaba, “aparentemente” platica con amigos de la familia (quiero suponer que serían españoles radicados en México), quienes le aconsejan que venda todas sus propiedades y se regrese a vivir a España con la familia que había dejado su padre. Por lo que escuché, ella envió una carta a sus familiares en España, informándoles de sus intenciones, misiva a la que nunca tuvo respuesta. Así pues, Doña Carmen se tiene que quedar en México con sus hijos, sin negocio, y con el poco dinero que hubiera podido tener.

En ese tiempo es donde Jacoba hace su aparición en el devenir de la vida de los Fernández García de la Mata de una manera protagónica, ya que ella es la que empieza a hacer frente a los gastos de la casa y la manutención de los niños. (Reflexionando, sí Jacoba hubiese tomado a su hija Guadalupe, la “tía Pita” y media hermana de Doña Carmen, y hubiese dejado a la ventura y suerte a Doña Carmen y sus hijos, seguramente muchos de nosotros no existiríamos).

Hasta donde yo recuerdo de las pláticas de mi abuela, todo lo que había sido la vida fácil de haber tenido diferentes carruajes, distintos animales de tiro, servidumbre y vida de lujo, se cambia todo por burros lecheros, y todos los días, Jacoba se ve obligada a ir caminando (o en burro) hasta Chalco, Estado de México, para conseguir leche que luego revendería en la ciudad (y creo, sin estar seguro, de que también procesaba algo de la leche en gelatinas, nata, o mantequilla).

Este peregrinar diario hasta Chalco duró mucho tiempo. Me imagino que salía por la noche, para llegar por la madrugada, ó muy temprano, a la hora de la ordeña, lo que le permitía poder regresar a buena hora, para la venta de la leche. Jacoba, por su origen, era fácil que se entendiera con los soldados que había en los retenes de entrada y salida a la ciudad de México, a diferencia que si lo hubiera hecho una mujer española y de la alta sociedad.

Al tiempo, creo que Doña Carmen y alguno de sus hijos, llegaron a acompañar a Jacoba en sus viajes para comprar leche, siendo preciso que doña Carmen se debiera adaptar a un nuevo tipo de vida lleno de carencias y de duro trabajo.
Imagínense, por un momento, a una mujer que hasta nodrizas tenía para amamantar a sus hijos, jalando burros lecheros, para poder sacar adelante a su familia. Eso sí, siempre apoyada y soportada por Jacoba.

Poco tiempo después, doña Carmen fallece, sin tener la causa exacta del mismo.

Relato de la Familia, Parte 3.

Aporte de Francisco Zamora

Una vez que los hermanos Fernández García de la Mata mayores, junto con Guadalupe García de la Mata crecen, se integran a la fuerza laboral en pro de la familia. Adela, por ejemplo, se vuelve partera en el Hospital Español, y Margarita y Guadalupe ponen un negocio, y con la buena presencia de que gozaban y al hecho de que eran bien educadas, me imagino que recibían un trato especial entre los comerciantes.

Durante ese tiempo, en que los hermanos mayores se iban a trabajar, Rosario mi abuela, la hermana de en medio, se quedaba al frente de la casa, cuidando de los hermanos menores. Imagino que viendo que en la casa todo estuviera en orden, así transcurre la vida, los mayores trabajando, y los chicos creciendo y estudiando, hasta que todos tienen la edad suficiente para trabajar. No se el tiempo, ni el momento en que los hermanos deciden fundar una fábrica de hilo.

Posterior a esto, todos se casan, y forman sus familias, tal como aparece en el árbol genealógico, y lo que continúan son solamente anécdotas de muchos de ellos, que seguramente ustedes conocen mejor que yo.

Una que recuerdo, que me fue contada hace poco por Cristina Pelayo, es que Jacoba acostumbraba vestirse con un hábito de Carmelita, y que un día que se puso el hábito más viejo y raido que tenía para ir a misa, como lo hacía siempre por las mañanas, pero ese día llegó a la iglesia antes de que abriera, y estando fuera del templo, pasó una señora bien intencionada, que le dio unas monedas como limosna, pero, para desgracia de Jacoba, ese día la tía Pita salió más temprano que de costumbre a trabajar, y desde lejos vió como le daban las monedas a su madre y, ella las aceptaba, y con el genio que tenía, imagínense el escándalo que le armó a su mamá, y al mismo tiempo le explicaba a la caritativa señora que a su madre no le hacía falta nada.

Jacoba, aún siendo la madre de la tía Pita, siempre fue diferente a los Fernández García de la Mata. Cuando ya vivían en la calle de Anaxágoras con la tía Mela y Cristina Pelayo, me acuerdo bien que en la planta baja le hicieron una habitación, que tenía una mini-cocina, porque a ella no le agradaba comer lo que se preparaba en la casa de la tía Mela, y prefería prepararse sus propios alimentos. Entrar a esa recámara era toda una experiencia, imaginen, una viejita de hábito, en un lugar oscuro, y rodeada de olores a comida.

La tía Pita, para mí, era una tía que no llegué bien a bien a comprender, ya que tenía un carácter muy fuerte, y cuando ella hablaba, todo el mundo escuchaba, fuese quien fuese. Además, era extremadamente dura en el trato para algunas personas, sin embargo, tenía muy buenos detalles, cuando menos conmigo era una persona extraordinariamente amable y cariñosa, pues muchas veces que íbamos de visita, al pasarla a saludar a su recámara (trámite insalvable e ineludible), sacaba, o nos pedía que sacáramos unos tanatitos llenos de monedas de plata (Hidalgos, Cuauhtémoc, Pesetas de balancita, etc.), y nos regalaba una o varias monedas, de acuerdo a su preferencia.

Otro detalle de la tía Pita, era que tenía unas amigas que habían estudiando con ella en el Colegio Francés, y cuando iban de visita, desde el momento en que se saludaban, toda la conversación era en francés. La cocinera les tenía preparado café ó te, y algunas confituras. La mayoría de las veces que coincidíamos con las visitas, la tía Pita nos mandaba llamar, nos ofrecía algo, galletas, marrón glaces, turrones, etc., y, posterior a esto, más valía que desapareciéramos y no hiciéramos ruido, pues la tía Pita tenía visitas.

De mí tía Mela guardo gratísimos recuerdos, porque era una tía extraordinariamente amable y cariñosa. De niño, me encantaba acompañarla al “negocio”, ya que era toda una experiencia; desde entrar al edificio viejo, pero muy bonito, ver trabajar las máquinas con las que se hacían los conos de hilo y estar atrás del mostrador, para ver la venta y como se registraba, en una caja muy antigua, pero igual de bonita. Ya por la tarde-noche, acompañaba a la tía Mela, en su despacho, a hacer cuentas, separando los billetes por denominación y poniendo la morralla en unos saquitos de lona. Recuerdo bien ese despacho, con un escritorio enorme, pero lo que más me gustaba, era el baño, que era muy grande, con una tina con patas en forma de garras de león, y unas llaves de agua muy antiguas. A la hora de cerrar el negocio, empezaba el show de las mil cerraduras, y la ratificación de que estas estuvieran bien cerradas, para luego bajar cargando una buena cantidad de dinero, en billetes y monedas (¡que como pesaban!), en donde ya nos esperaba un taxi, para llevarnos a su casa a cenar.

Me cuentan que la tía Pita tuvo muchos pretendientes, de buena posición económica, pero con ninguno de ellos formalizó. Sin embargo, no se donde, ni cuando, conoció a Don Francisco Mercadé, español radicado en México, y el que fuera su eterno enamorado. El “Padrino Paco”, como se le conocía en el argot familiar (solo fue padrino de Cristina Pelayo y de Rubén Zamora, mi hermano). Era un mecánico de la fábrica de Colchones América, sin embargo, mí tía Pita le vió algo, y en su casa se le trataba de una manera muy especial. A que me refiero con especial, según recuerdo, el Padrino Paco llegaba todas las tardes a ver a la tía Pita, y dejaba su sombrero en el ante-comedor, (hoy, retrospectivamente, me acuerdo de un sombrero viejo, todo mugroso, que mí hermano y yo no pocas veces nos pusimos) y entraba a saludar a la tía Pita, y en ese momento, todo el mundo tranquilo, y pobre de aquel que se atreviera a interrumpir su conversación, (quien fuese), mientras ellos platicaban, las más de las veces nos daban de cenar, o cenábamos con mi abuela Rosario, mi tía Mela, mí tía Carmen Zermann “Carmina”, lo que hubiese quedado de la hora de la comida, o algo realmente sencillo, porque la cocinera, seguía guisando a esa hora.

Y lo que a mí me llamaba la atención, es que mí abuela Rosario y mí tía Carmina nunca lo hacían en la tarde-noche. Una vez que el Padrino Paco y la tía Pita iban al comedor, todos, otra vez, desaparecíamos, para que el Padrino cenara, en compañía de la tía Pita. Al tiempo entendí, que al Padrino no se le ofrecía de cenar lo que había quedado de la comida, no, a él le preparaban su comida, todos los días, recién hecha, y al servirle su café y postre, la cocinera también desaparecía. Todo regresaba a la “normalidad”, hasta que el Padrino acompañaba a la tía Pita, a su recámara, para despedirse de ella. Posteriormente, ya se despedía de quienes estábamos en la casa.

Relato de la Familia, Parte 4.

Aporte de Francisco Zamora

Yo recuerdo al Padrino Paco, como un hombre amable conmigo, pero lo que me llamaba la atención eran sus coches, que siempre eran muy bonitos y grandes, hasta que un día, no se porqué, estando con mí tía Mela, apareció mí tía Pita, y le “informó” que había que cambiarle el coche al Padrino Paco. Mí tía Mela no dijo nada, y al retirarse mí tía Pita, tomó el teléfono, le habló de inmediato al tío Luis, informándole que mí tía Pita quería cambiarle el coche al Padrino Paco. Ustedes pueden imaginar que una petición de la tía Pita no era ni cuestionable, ni negociable, ni de resolución tardía.

Lo que repetidamente recuerdo, eran los famosos 12 de diciembre, santo de la tía Pita. Fin de semana, obligatorio, en el Hotel Vasco de Cuautla, Morelos, sede, que hasta donde yo recuerdo, nunca fue cambiada.

Casi, obligadamente, iba la mayoría de la familia. Gratos recuerdos de esas reuniones, en donde pasábamos, toda la mañana, en la alberca, de agua helada, por cierto, y al llegar el Padrino Paco al área de la alberca, lo hacía con traje de baño, camiseta, calcetines, zapatos de vestir, y, sombrero. Todo un personaje, para ver llegar a esa área. Al medio día, era la comida, en una mesa muy grande, y después la obligada siesta. Los niños, un rato más en la alberca, y a media tarde, todos los mayores se sentaban en el corredor, fuera de sus habitaciones, que eran contiguas, a platicar y nosotros, a jugar y recoger mangos caídos de los árboles, hasta la hora de la cena, y posteriormente, los mayores se volvían a juntar a platicar en el corredor, hasta que la tía Pita informaba que era hora de ir a dormir, y ahí se terminaba el día.

Otro tío que recuerdo gratamente es al tío Luis, un hombre extraordinariamente sencillo, muy amoroso y que no faltaba semana en que no pasara a visitar a su hermana, mi abuela Rosario. Frecuentemente nos sorprendía a mi hermano y a mí, regalándonos soldaditos o juguetes. Me imagino que él le compraba a su hijo Ricardo (Calín), y se acordaba de nosotros y también nos compraba.
Recuerdo mucho la casa del tío Luis, en la calle de Marcos Carrillo, que tenía una pared llena de piedras bola de río (matatenas), que venía a juntar al río Churubusco, y de la que todos fuimos partícipes.

Al tío Ricardo lo traté poco, ya que vivía en Guadalajara, pero cada vez que venía a México hacía una parada obligada para visitar a mi abuela Rosario. Era un hombre excesivamente simpático, y de agilidad mental impresionante, vivía y entendía la vida con desenfado casi juvenil, el tiempo no pasaba para él, y recuerdo las “discusiones” que tenía con la tía Lucia, su esposa y persona por demás agradable, sobre el tiempo en que debían durar las visitas, y su conclusión inequívoca era: sí estoy en familia, estoy en mi casa.

De mí tío José también guardo gratos recuerdos, quien tenía un sentido del humor muy especial, aunque para mí su imagen total era de una persona seria y muy propia. Recuerdo claramente que cada Semana Santa, cuando íbamos a visitar a mí tía Pita, siempre lo encontrábamos y nos daba algo de dinero a mí hermano y a mí, para que fuéramos a la feria que estaba cerca de la iglesia.

Estos son los recuerdos que yo guardo de la familia de mí abuela Rosario Fernández García de la Mata, y solo algunas de las anécdotas de la misma.

Sí alguno de ustedes tiene la curiosidad y el tiempo de leer lo antes expuesto, y nota inexactitudes en el tiempo y hechos, y se quiere tomar la molestia de corregirme, para mí será bienvenida e ilustrativa cualquier acotación, ya sea en nombres o en anécdotas.

lunes, 5 de abril de 2010

Origen del Apellido

Aporte de José Morcillo

Ampelio Alonso de Cadenas, Vicente de Cadenas y Vicent y Liliana Ruiz Carrasco en su "Blasonario de la consanguinidad ibérica" afirman que este apellido es originario de Logroño y radicado en Barcelona. Se puede también constatar que radicaron desde antiguo en Granada y Valladolid. Pedro García de la Mata se casó el 7 de Noviembre de 1.631 en la Diócesis de Granada. Ana García de la Mata celebró su matrimonio el 26 de Noviembre de 1.696 en la iglesia de la Asunción de Villanubla, Valladolid. Petra Antonia García de la Mata fue bautizada el 25 de Octubre de 1.826 en la iglesia de San Pelayo de Siete Iglesias de Trabancos, Valladolid.

Hubo también personas de este apellido en Argentina y México. Enriqueta García de la Mata se casó el 24 de Noviembre de 1.892 en la iglesia de San Miguel Arcángel de Ciudad de México.

Consta en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, fechado en 1.799, el pleito por su Hidalguía de Felipe García de la Mata, vecino de Villanueva de Henares, jurisdicción de Aguilar de Campóo (Palencia). Juan García de la Mata Alemani era Comisario de Guerra en el año 1.855. Benito García de la Mata era oficial de la Administración en el año 1.850. Emilio García de la Mata era auxiliar vista de la Aduana de Irún en el año 1.882 y oficial de la Aduana de La Línea de la Concepción (Cádiz) en el mismo año. José García de la Mata era administrador principal de Propiedades y Derechos del Estado de la provincia de Oviedo en el año 1.854. José Manuel de Aguilar García de la Mata era oficial de 3ª clase de Hacienda Pública con destino a la Sección Administrativa de la Administración Económica de la provincia de Madrid en el año 1.867. El Cronista y Decano Rey de Armas, Don Vicente de Cadenas y Vicent, en su "Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica"